Según cuenta él mismo, había salido sin rumbo fijo y quiso visitar a unos amigos para recuperarse. Esa noche se quedó a dormir en el cuarto de la soga (donde se guardan los bozales y los recados), junto a Víctor Abel Giménez, y al escuchar el canto de la calandria tomó su guitarra y creó esa milonga. Y contó algo así:
"Esa mañana, muy temprano vi una pequeña flor silvestre que me estaba regalando una música, luego los rayos del sol, el sol que va creciendo, una bandada de teros y la algarabía de los pájaros y la distancia. Luego se completó con muchas cosas que tienen que ver con el ánimo. Pensé que era una milonga para agasajar a mis amigos nada más, pero después la empezaron a tocar todos".
88 años de buen hombre... de buen paisano, ¡FELIZ CUMPLE! don Víctor.
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