En la década del setenta viaja a España, donde durante tres años consecutivos realizó giras por distintas ciudades y otros países de Europa. La obra: “Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta” de Pablo Neruda, grabada con otros interpretes, genera desbordante entusiasmo, sobre todo en la juventud española.
En su andar por los caminos, la vida lo premió con la amistad de Don Atahualpa Yupanqui, con quien compartió muchos momentos como también los temas: “La Guitarra y el Cantor”; “La Luna sobre el Río Paraná”; y “Canción al Río Uruguay”.
Tras la marcha de Don Atahualpa, un empresario japonés propone a Víctor Velázquez homenajear al músico desaparecido, inaugurando en Japón el “Templo Atahualpa Yupanqui” además de realizar una serie de recitales, en ciudades de ese país. Habitualmente Atahualpa decía: “La Universidad del cantor son los caminos”; y hasta nos parece paradójico para un cantor como Víctor Velázquez, donde su universidad fueron los caminos que las Universidades de Minnesota, Wisconsin, San Clause, Carolina del Norte, y del Sur de EEUU de Norteamérica, lo requirieran para tomar e intercambiar conocimientos sobre la cultura y música de nuestro pueblo.
Aquí tenemos la suerte de poder verle interpretando la milonga de Atahualpa Yupanqui, MI VIEJO POTRO TORDILLO.
En sus dichos dice sentirse agradecido a Dios por la porción de vida que le ha dado y a la gente que lo acompañó y lo acompaña en su trayectoria artística como personal:
Siempre algo debemos aprender;
La sensatez no menosprecia las enseñanzas
Nos hace conocer razones prudentes
Adquirir, instrucción, justicia y equidad
Da sagacidad a los ingenuos
Y cordura a los jóvenes
Cuando yo era un chaval de unos catorce años tuve la gran suerte de descubrir su talento y me llegó al alma. Uno de los mejores exponentes del canto surero, Don Víctor: ¡¡¡cómo le añoramos en España!!!!
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