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jueves, 5 de enero de 2017

MONICA ABRAHAM / JUAN JUNCALES - ORACION DEL REMANSO

Remanso Valerio está ubicado entre Granadero Baigorria y Rosario, en la provincia de Santa Fe. Es un pequeño caserío escondido en un remanso del río Paraná que originalmente era un horno cementero construido en 1872 por el alemán Tomás Fuhr. El horno sobrevivió un tiempo hasta que en 1879 su dueño, casi quebrado, se embarcó hacia Buenos Aires. A partir de ese momento se convirtió en refugio de los pescadores que fueron quedándose, diseminando sus casas en forma desordenada a lo largo de tres calles que nacen en el río. En la década de 1990 los habitantes de Remanso Valerio construyeron un quincho que actualmente funciona como centro de actividades, allí se hacen bailes, reuniones y también concurren a diario los niños del lugar a tomar su copa de leche. 

En los últimos años, la comercialización de los pescados se convirtió en una cuestión delicada para la gente del remanso, les cuesta mucho sacrificio pescar y, como suele ocurrir, no son ellos los que ganan más dinero sino los revendedores. La construcción del puente Rosario-Victoria profundizó la crisis al secar las lagunas donde se reproducían los peces. Ahora, dicen, hay escasez. Pero como si no fuera suficiente con la falta de recursos sociales y los obstáculos para la pesca, la gente del remanso también debió afrontar otra lucha: la relacionada con la propiedad de la tierra donde se encuentran asentados. En 1998 el concejo de Granadero Baigorria aprobó una ordenanza de un proyecto de urbanización con un Shopping y un barrio privado, la iniciativa no contemplaba con precisión el destino de la gente del lugar. La presión de los habitantes del barrio y los comerciantes de la zona impidió la realización del proyecto. 

En mayo de 1995 se inauguró en Remanso Valerio el Cristo de las Redes, una escultura de cuatro metros de altura, construida por los vecinos en forma solidaria como símbolo de protección para los pescadores. El Cristo, tomado de una imagen de la parroquia Santa Agripina, ubicada en el norte de Rosario, está representado con los brazos extendidos de frente al barrio. 

Tiempo después, el Cristo, y el barrio, fue visitado por un curioso, un agudo observador de la gente y los paisajes, también artesano de canciones. Jorge Fandermole, de él estamos hablando, conmovido por la experiencia vivida escribió 'ORACION DEL REMANSO'. 

"El río es un sustento simbólico al generar ideas artísticas, es un elemento fundador, desde el punto de vista de la conciencia y del mundo. El paisaje te va configurando, estructurando tu manera de ser, de pensar. El paisaje que te rodea te da tu idea de universo. En el caso del artista te ayuda a configurar una poética, es una forma de situarse y de ver las cosas desde este lugar…No es posible la cultura sin el ambiente que la sustenta". 

Estas palabras de Jorge Fandermole no hacen más que corroborar su manera de hacer canciones. Desde sus inicios a principios de los ochenta, cuando era parte de la trova rosarina y su 'Era en Abril' sonaba en cada radio argentina cantada por un pelilargo Juan Carlos Baglietto, Fandermole se reveló como un compositor delicado y de bajo perfil. 

En su segundo disco Baglietto incluyó 'Río marrón', compuesta también por Fandermole: "El agua que baja nunca es la misma / y al recordar nos vamos al mar / porque el pasado yace en lo profundo / y como el amor dura una creciente / el dolor es caudal permanente, la sangre su espejo / y la vida reflejo del río marrón…" dice parte de la letra de esta belleza, que es un canto de amor al río Paraná (muchos lugareños lo llaman río marrón por el limo arcilloso que transporta cada minuto, todos los días). 

'Río marrón', 'Carcara', 'Navega' u 'Oración al remanso' lo muestran tal como es, hombre de río. A Jorge Fandermole se le nota esa conexión profunda con su entorno. A su manera, es un sabio que nos muestra una senda a seguir, que nos lleva a las cosas fundamentales de la vida, las que de verdad importan. Sus canciones son pequeñas obritas de arte que quedan en el aire, en el silbido de algún transeúnte, en el inconsciente colectivo de la gente, son canciones que nos lavan de tanta miseria humana, tanta superficialidad que intoxican nuestra vida cotidiana. 

"A mí me interesa particularmente la relación que tiene la comunidad con el río….", dijo Fandermole hace poco, temeroso que ese delicado equilibrio entre el hombre y la naturaleza se rompa por ambición, desidia o ignorancia. 

Hace quince años Fandermole conoció Remanso Valerio y quedó prendado con ese Cristo de las redes que no se erguía crucificado, sino con los brazos abiertos hacia los pescadores. "El hecho de que alguien, en un lugar donde la gente tiene la pesca como principal sustento, represente a la imagen de Cristo como uno de sus pares, me pareció que era una idea más vital, que lo hace más humano y que lo representa en relación al trabajo - cuenta Fandermole - De ahí viene la idea de esta canción. Hay canciones que comienzan a nadar por alguna cuestión imprevisible y se convierte en una canción escuchada y cantada en muchos lugares." 

Fandermole escribió 'Oración del remanso' durante 1998. Como en la mayoría de los casos, los compositores comienzan a darle rodaje a sus temas nuevos en lo recitales antes de grabarlos. Una noche Fandermole se presentó en un bar de Córdoba y allí estaba Liliana Herrero con su guitarrista Diego Rolón presenciando el recital. La Herrero quedó impresionada por una canción que no conocía, que hablaba del Cristo de las redes en Remanso Valerio, comunidad que la cantante conocía muy bien. Comenzó a interpretarla en sus presentaciones y la grabó en "Confesión del viento", álbum de Liliana del 2003. Muy pronto la encontró Mercedes Sosa y la canción pasó a tener entidad mayor. Fandermole ya la había publicado en "Navega" (2002), pero claro, lo suyo no es la masividad. 

"Calma de mis dolores, 
ay, Cristo de los pescadores, 
dile a mi amada que está apenada esperándome, 
que ando pensando en ella 
mientras voy vadeando las estrellas, 
que el río está bravo y estoy cansado para volver… 
Cristo de las redes, no nos abandones 
y en los espineles déjanos tus dones…" 

Ahí está el pescador, con sus rezos, sus zozobras y sus amores; ahí está el trovador, cantándole a la gente y su paisaje, que es su propia vida. También está el río, fuente generosa de vida, que con su fauna, flora y sus colores marca el sentimiento y las sensaciones de su pueblo costero. Y estamos nosotros, que aprendemos de las canciones, del río y de su gente. 

Y aquí están MONICA ABRAHAM y JUAN JUNCALES realizando dos de las mejores interpretaciones que yo he escuchado de esta canción. Monica lo hace en La Paila, Buenos Aires, acompañada en Guitarra por Marcos Di Paolo y en la percusión por José Bale. Juan, una de las mejores voces altas que ha dado la historia del Folklore, ex primera voz de Los Huanca Hua, lo hace en agosto de 2015 en un encuentro entre amigos celebrado en Buenos Aires.





1 comentario:

  1. Muy bueno el articulo y excelente la interpretacion, de este tema que los Entrerrianos, lo sentimos propio y lo cantamos a duo y de oido, como en mi pueblo....

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