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lunes, 26 de diciembre de 2016

MARITÉ BERBEL - LA PASTO VERDE

Carmen Funes de Robert fue una fortinera de las fuerzas nacionales que llevaron a cabo la conquista del desierto y poblaron los confines del país. Acompañó a su marido en la guerra del Paraguay y después se sumó a las columnas que arrojaron a los indios de sus posesiones. Participó en las fundaciones de Carhué, Puán y Trenque Lauquen, fortines que darían origen a nuevas poblaciones. Se estableció en Neuquén, adonde la llevara la campaña del general Julio A.Roca, y allí murió en 1917. Sus cenizas reposan en Plaza Huincul. 

Las mujeres como ella fueron retratadas por escritores que reconstruyeron la epopeya del desierto, en reconocimiento por su labor abnegada, pero "La Pasto Verde", apodo con que era conocida, fue objeto de un especial homenaje, que puntualiza cuánto de sacrificadas tuvieron esas vidas; a fines de 1965 las autoridades, instituciones y pueblo de Neuquén se congregaron junto a un monolito y descubrieron una placa recordatoria de la humilde mujer que representa a todas las cantineras, fortineras y también soldados femeninos de la conquista del desierto". El monolito se encuentra a la vera de la Ruta 22, donde también existe ahora su museo. Allí élla atendía una pulpería en el medio de una de las rutas de entonces, y allí fue conocida por mucha gente, por su hermosura, por su alegría y por su atención, y también por sus ansias de ayudar a quien lo necesitara. 

Carmen Funes de Robert fue una fortinera de las fuerzas nacionales que llevaron a cabo la conquista del desierto y poblaron los confines del país. Acompañó a su marido en la guerra del Paraguay y después se sumó a las columnas que arrojaron a los indios de sus posesiones. Participó en las fundaciones de Carhué, Puán y Trenque Lauquen, fortines que darían origen a nuevas poblaciones. Se estableció en Neuquén, adonde la llevara la campaña del general Julio A.Roca, y allí murió en 1917. Sus cenizas reposan en Plaza Huincul. 

El apodo de "LA PASTO VERDE" en realidad, es un halagador cumplido, y bastante excepcional. 

Las mujeres en la milicia que acompañaban a las tropas recibían apodos, siempre ingeniosos pero generalmente despectivos. La Pasto Verde, posee una connotación fuertemente placentera. A los ojos de un paisano de aquellos tiempos y lugares, es todo un homenaje admirado, desde la mentalidad de un criollo que siempre tiene conciencia de la escasez de comida fresca y agua para sí y los animales. Era una mujer vigorosa, ágil, servicial y alegre, decidora cordial y afable , la “fortinera” era un paso obligado a quien tanto la historia como los pobladores recuerdan con cariño y respeto con el nombre de “La Pasto Verde” por su belleza juvenil y así calificada por los parroquianos de la época. 

La Posada de Carmen Funes, era una cantina, donde iban los soldados, y donde Carmen Funes cantaba. En esa época, el 95% de los soldados que eran reclutados eran gauchos analfabetos. Y así, para enseñarles a desfilar, sus mandos les ponían un pasto verde en la bota izquierda y un pasto seco en la bota derecha. Entonces, los ponían en fila y los llevaban: pasto verde, pasto seco. pasto verde, pasto seco, pasto verde, pasto seco... Y así le iban agarrando el ritmo al desfile.
En una ocasión en la que los soldados fueron a ver a Carmen Funes, éstos contemplaron que cuando ésta empezó a tocar la guitarra, era zurda. Y de ahí vino la ocurrencia del mote: Mirá, es "Pasto Verde" y así quedó bautizada: La Pasto Verde...

Las mujeres como ella fueron retratadas por escritores que reconstruyeron la epopeya del desierto, en reconocimiento por su labor abnegada, pero "La Pasto Verde" fue objeto de un especial homenaje, que puntualiza cuánto de sacrificadas tuvieron esas vidas; a fines de 1965 las autoridades, instituciones y pueblo de Neuquén se congregaron junto a un monolito y descubrieron una placa recordatoria de la humilde mujer que representa a todas las cantineras, fortineras y también soldados femeninos de la conquista del desierto". El monolito se encuentra a la vera de la Ruta 22, donde también existe ahora su museo. Allí élla atendía una pulpería en el medio de una de las rutas de entonces, y allí fue conocida por mucha gente, por su hermosura, por su alegría y por su atención, y también por sus ansias de ayudar a quien lo necesitara. 


Marcelo Berbel, poetas de los más influyentes de la región patagónica y buen conocedor de esta historia, la recuerda en una de sus zambas que aquí vemos interpretada por su propia hija, MARITÉ BERBEL, quien en 1972 integrara junto a su hermano Hugo, el dúo "Los Hermanos Berbel".




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