Los Cantores de Quilla Huasi interpretando para la película Argentinísima, la zamba de Roberto Cambaré, "Angélica", tema con gran repercusión mundial y del que los "Quillas" fueron sus grandes difusores.
La magia del cancionero argentino reside en combinar poemas de gran belleza literaria, con partituras musicales que son verdaderos hallazgos. No creo que esta zamba de Cambaré pudiera faltar en ninguna antología del folklore. Si uno se sorprende por la belleza de las imágenes: "Tus párpados, si por instantes/ te vuelven los ojos mansos, /recuerdan cuando en el cielo de pronto se ve/ que nace y muere un relámpago"; al escuchar esta melodía cordobesa, se descubre algo tan celestial como su nombre.
Dicen algunos que La verdadera historia trata sobre el amor entre Angélica y el verdadero compositor de la letra, la historia termino trágicamente cuando Angélica de apellido Buhr si mal no recuerdo cuando se volvía para Buenos Aires en sulqui con su padre fue alcanzada por un rayo y por eso murió! De ahí la parte de la canción que habla que nace y muere un relámpago! Ese pueblito de Córdoba del que habla no se sabe si es Monte De Los Gauchos o Adelia Maria, en una calle rural entre estos dos pueblos se puede ver la cruz con el nombre de Angélica!
Las historias de amor, generalmente con un final trunco, han servido de inspiración a poetas y compositores de nuestro cancionero folclórico. Con delicadeza y simplicidad ellos han logrado plasmar a veces sus propias vivencias, en hermosas letras que describen esos amores platónicos que han dejado huellas imborrables en sus vidas.
Existen cantidad de canciones que recuerdan estos cariños y que se han transformado en piezas musicales tradicionales del acervo nativo. Tal es el caso de la zamba "Angélica", compuesta por Roberto Cambaré en 1958. El tema cuando llegó a oídos del gran público en 1960, fue aceptado inmediatamente y durante varias semanas estuvo al tope de la popularidad en todo el país. La zamba impactó profundamente en el auditorio, pero de manera especial en la juventud, acentuando su gusto por el folclore.
Varios fueron los conjuntos o solistas que la interpretaron como "Los Chalchaleros", el "Chango Nieto" y últimamente "Los Nocheros", aunque los grandes difusores y los que la llevaron al fama fueron Los Cantores de Quilla Huasi.
Existen cantidad de canciones que recuerdan estos cariños y que se han transformado en piezas musicales tradicionales del acervo nativo. Tal es el caso de la zamba "Angélica", compuesta por Roberto Cambaré en 1958. El tema cuando llegó a oídos del gran público en 1960, fue aceptado inmediatamente y durante varias semanas estuvo al tope de la popularidad en todo el país. La zamba impactó profundamente en el auditorio, pero de manera especial en la juventud, acentuando su gusto por el folclore.
Varios fueron los conjuntos o solistas que la interpretaron como "Los Chalchaleros", el "Chango Nieto" y últimamente "Los Nocheros", aunque los grandes difusores y los que la llevaron al fama fueron Los Cantores de Quilla Huasi.
Una característica de esta canción es que su título -Angélica- sólo se pronuncia una vez, al comienzo de la letra. Según su autor todo lo narrado en su coplas es real, vivido durante su juventud cuando en sus años mozos residió un tiempo en la docta: "Angélica, cuando te nombro, me vuelven a la memoria, un valle, pálida luna en la noche de abril y aquel pueblito de Córdoba...". También cuenta Cambaré que la bella joven que le ensartó la flecha de cupido, era aún adolescente, de largos cabellos, tez oscura y fina estampa, de carácter impulsivo y dadivoso.
El idilio fue a primera vista y duró escasas semanas, suficiente para que el romance quedara grabado perpetuamente en los corazones de ambos. Allí, en el apacible paisaje cordobés de aquellos años, la pareja paseaba todas las tardes, colmados de felicidad. Pero, como a veces sucede en las novelas, el final sobrevino. La joven tenía que marcharse a Buenos Aires, pues era originaria de esta provincia. Si bien no hubo un enojo manifiesto, el lamentable distanciamiento puso final a la relación, dejando heridas profundas, sobre todo en el alma de nuestro compositor.
Esta situación quedó reflejada en otras de las coplas, en la cual metafóricamente apunta a ello: "si un águila fue tu cariño, paloma mi pobre alma, temblando mi corazón en tus garras sangró y no le tuviste lástima...". Tiempo después y con la memoria aún atormentada por el recuerdo, una mañana de otoño, lentamente comenzó a entonar la música de la futura zamba, melodía que se fusionó armónicamente con la letra, versos que no hacía falta pensarlos, pues ya estaban escritos en su corazón.
El idilio fue a primera vista y duró escasas semanas, suficiente para que el romance quedara grabado perpetuamente en los corazones de ambos. Allí, en el apacible paisaje cordobés de aquellos años, la pareja paseaba todas las tardes, colmados de felicidad. Pero, como a veces sucede en las novelas, el final sobrevino. La joven tenía que marcharse a Buenos Aires, pues era originaria de esta provincia. Si bien no hubo un enojo manifiesto, el lamentable distanciamiento puso final a la relación, dejando heridas profundas, sobre todo en el alma de nuestro compositor.
Esta situación quedó reflejada en otras de las coplas, en la cual metafóricamente apunta a ello: "si un águila fue tu cariño, paloma mi pobre alma, temblando mi corazón en tus garras sangró y no le tuviste lástima...". Tiempo después y con la memoria aún atormentada por el recuerdo, una mañana de otoño, lentamente comenzó a entonar la música de la futura zamba, melodía que se fusionó armónicamente con la letra, versos que no hacía falta pensarlos, pues ya estaban escritos en su corazón.
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