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martes, 20 de diciembre de 2016

FABIAN MEZA - EL CACHAPECERO

EL CACHAPECERO fue compuesto entre 1964 y 1965 en una ciudad ribereña que se llama Barranqueras, en el Chaco. 

“Yo me encontraba en la casa de Marcial Suárez, un folklorista cruzado con brujo, porque tenía ciertos poderes telúricos que lo facultaban. Vivíamos en una casa de material, rodeada de ranchos. Digo de material porque era una excepción. Yo me trasladaba a una laguna que había por ahí, llena de platos de irupé. Me había hecho amigo de gente de ahí, de las ranchadas... de un tal Figueredo, profesor de Latín y de Historia, que estaba también sumergido entre el rancherío. Entonces teníamos un clima frecuentado un poco por el conocimiento y un poco por la aventura, y otro poco por amigos ocasionales, y yo siempre con esa inquietud que uno lleva en la sangre, de la creación, que todo lo ve desde la óptica del asombro y de la conquista de nuevas imágenes y de cosas maravillosas que hacen lo cotidiano nuestro. Ahí empezó a surgir “El cachapecero”, también con imágenes de la selva, porque tiene cosas de Misiones, ya que la misma característica del suelo chaqueño con ser una selva más arisca, más seca, incluso más salitrosa, tenía un parentesco con la selva misionera, que es una selva húmeda, vegetal, con otro clima, pero entre selva y selva anda el cachapé, arrancando del monte los troncos. El cachapé es un carro de ruedas grandes, y atado en el plan del carro va el árbol, tirado por bueyes. Es decir que esos árboles inmensos que caen por el trabajo del hachero son llevados en esta especie de carro por los senderos del monte, por las picadas hacia los despeñaderos, hacia la barranca del río. Y allá abajo el agua los recibe, se hunden en el río y el jangadero los convierte en jangada, porque ata una serie de troncos juntos que forman una balsa. Toda una epopeya. Entonces, a mí me atrajo verdaderamente la creación de una obra que fuera, en principio, como una marcha fúnebre, sinfónica, que va lIevando el árbol. Como si el monte acompañara con una sinfonía dolorida a ese árbol que se va yendo. La primera que lo grabó fue Mercedes Sosa. Lo grabó en un sello que se llamaba “El Grillo”, de su marido, Oscar Matus. Yo le firmé atrás en el disco, recomendándola como una cantante de éxito futuro, por sus características, y que había que prestar atención a esa voz que surgía." 
Ramón Ayala. 

Aquí les dejo esta primorosa versión de uno de los más prometedores cantores de folklore, aunque verdaderamente se trata ya de una total realidad: FABIAN MEZA.


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