A veces pienso en Don Aníbal Sampayo como el gran desconocido, así como desconocida es la savia que nutre al tronco indestructible del quebracho.
Su pasión fue absoluta por el litoral que lo vio nacer, gaucho de ley, poeta de alto vuelo, cantante sereno...
Anibal Sampayo nos transporta a un mundo que nos pinta en frases cortada en brevedad de rara belleza y que al mismo tiempo de definir un marco, sugieren, atisban, y que tienen una sonoridad propia tan poderosa, que aún sin la melodía, impactan en los sentidos y el espíritu tal como lo hace una eufonía perfecta. Sin embargo, el juglar no se queda anclado a ese universo minimalista, sino que en su pasión creadora lo trasciende, introduciendo en el mismo al hombre, contextualizado allí en una mímesis inefable.
Nena Durca
¡Grande El Palomo, gran artesano en hueso del que hizo gala en Libertad, concretamente en el quinto piso, más de un soldado de los que nos custodiaban le guardaban un reservado respeto!
ResponderEliminar¡Me encanta!
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