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domingo, 15 de enero de 2017

ARGENTINO LUNA - ZAMBA PARA DECIR ADIOS

Cuando Hernán Figueroa Reyes escuchó la “ZAMBA PARA DECIR ADIOS”, casi recién compuesta, la grabó inmediatamente, en 1968. Y también hizo las gestiones para que, una semana después, su autor, ARGENTINO LUNA, la grabara en Odeón, en un disco simple que del otro lado incluía “Una milonga no es pa’ venta”. Comenzaría así, el de Madariaga, una extensa obra como cantautor, que tuvo la virtud de saber nutrirse en gran medida del refranero criollo y de los saberes populares del hombre del campo. 

Porque antes de ser cantor y guitarrero “de tiempo completo”, Argentino Luna, había tenido otros oficios. Fue albañil, pintor, carpintero, “mozo de a ratos”, vendedor callejero. Y ayudante del primer fotógrafo que tuvo Gesell, Enner Shafer, contaba. No hubo academias de música para él. “Apenas si con mucho esfuerzo pude hacer hasta sexto grado –contaba también–. Pero siempre me llamó la atención la palabra, la escrita, la dicha y la no dicha, los gestos de la gente. Mi necesidad de aprender me llevó a leer mucho. Primero José Hernández con el Martín Fierro. Después Yupanqui, con toda su poesía. Y Unamuno, Borges. Tuve grandes amigos poetas, como Hamlet Lima Quintana. Cuando fui a su velorio, muchos de sus compañeros de militancia se sorprendieron. No entendían que Hamlet y yo somos militantes de la vida y la vida no tiene etiquetamientos.”


1 comentario:

  1. Juan Carlos Alvarez15 de enero de 2017, 17:56

    Grande Don Argentino Luna, inolvidable. Ahí va otro grande Negro querido, Horacio, siempre estarán presentes en el recuerdo. Alguien dijo: Los grandes nunca mueren, mueren únicamente si entran en el olvido del pueblo. Y Uds. están condenados a vivir eternamente en el corazón de todos los que amamos a aquellos que dejaron una gran y hermosa huella en su paso por la vida.

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