Cafayate, como tantas otras, es un amor a primera vista. Desde el momento en que se pone pie el impacto es tan intenso como inmediato. Y ya sea desde el camino al rio Colorado, bañándonos en sus cascadas, atravesando la Quebrada de las Conchas, parados en el centro del pueblo, o sentados en alguna mesa, con un vino de por medio, y con las compañías elegidas, cualquiera de nosotros es capaz de percibir esa magia, ese amor, que es tan simple de sentir, como en las voces que se mezclan de fondo, las cuerdas de una guitarra que tiemblan, y esa brisa que recorre nuestro cuerpo.
¿Quién puede cantar mejor la belleza de la tierra cafayateña, que el dúo mágico formado por el compositor Leguizamón y el poeta Castilla? El escritor salteño, con el acierto que le caracteriza, describe en esta cueca, LA ARENOSA, este estado de modorra, que proporciona al cuerpo un buen vino, con unos versos geniales: "el que bebe de tu vino/ gana sueño y pierde pena".
Y también de paso -si se me permite la broma- da un consejo de oro al bodeguero: el agua, aún la del Calchaquí, ha de echarse a la viña y no al vino. Esta vez vamos a disfrutar viendo la versión que hizo del tema el cantor jujeño ZAMBA QUIPILDOR.
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