El
popular tema fue compuesto en 1975 con motivo de un homenaje: el que
se le tributó en Salta, en el primer aniversario de su muerte, a un
vecino muy querido de esta ciudad del norte de Argentina: el panadero
anarquista Juan Riera, nacido en Ibiza el 16 de enero de 1894.
La
singular historia de Juan Panadero, es decir, del ibicenco Juan
Riera, comienza en 1914, cuando, con 20 años de edad, decide
abandonar la isla para emigrar, como tantos otros ibicencos, a la
Argentina. En Tucumán pasará su primer año. Cuentan que se ganaba
allí la vida como vendedor callejero de masas y confites.
Se
traslada entonces a Salta, en 1916, atraído por la publicidad de un
nuevo proyecto laboral. Allí trabajará inicialmente como carpintero
en la construcción de una mítica extensión ferroviaria, conocida
como Huaytiquina, que avanza sobre la cordillera de los Andes, a más
de cuatro mil metros de altura –por allí pasa hoy el llamado Tren
a las Nubes–. En esta ciudad comienza también su militancia
anarquista y su lucha por sindicalizar a los obreros, empeño que le
costará su trabajo en el ferrocarril y será también el inicio de
su leyenda.
A Salta había llegado y de Salta ya no volvería a salir, salvo entre 1930 y 1932, cuando tuvo que huir a Bolivia debido al golpe de Estado del general Uriburu, porque ya para entonces se había ganado merecida fama como hombre de inquietudes sociales y defensor de los trabajadores. Su aventura boliviana estuvo marcada también por las dificultades, pues, nada más llegar, estalló la llamada Guerra del Chaco, entre Bolivia y Paraguay, convirtiéndose de la noche a la mañana –como fugado y sin documentación– en blanco fácil de unos y de otros.
En
Salta se había casado con Augusta Cavalleroni, con quien tuvo nueve
hijos, y había abierto una panadería. Aquel lugar, la Panadería
Riera, se convirtió muy pronto en una especie de local social y
político, frecuentado por obreros, artesanos y vendedores, que
acudían para compartir con el ibicenco sus problemas en el trabajo.
Como consecuencia, en 1923, Juan Riera, a quien también se le
llamaba Rierita, fundó un sindicato polivalente –en función de
las múltiples profesiones que desempeñaban sus amigos y
tertulianos– al que le puso el nombre bien ilustrativo de Sindicato
de Oficios Varios.
Ubicada
entonces en la calle Pellegrini 515 –hoy se encuentra en la avenida
de la Independencia y continúa en manos de la familia–, la
Panadería Riera no dejó de ser tampoco en las siguientes décadas
centro de reunión, tanto para tratar cuestiones sociales o
políticas, como para disfrutar de otra de las pasiones del ibicenco:
el folclore. De manera que allí se hablaba y se cantaba por igual.
Fueron
muchos los que pasaron por la Panadería Riera siempre para algo más
que para comprar el pan: artistas, comerciantes, políticos,
revolucionarios... Entre ellos, el poeta español León Felipe. Hasta
el mismísimo Che Guevara, de camino hacia México, departió en
cierta ocasión en la panadería con Juan Riera y sus numerosos
amigos músicos y sindicalistas».
En
los años 40, el poeta Rafael Alberti, que por entonces vivía,
exiliado, en Argentina, escribió un libro titulado ´Coplas de Juan
Panadero´. El protagonista de este libro era el propio Alberti –un
álter ego literario–, pero ¿habría oído hablar tal vez el poeta
gaditano de este Juan Panadero ibicenco de Salta o se trata solamente
de una casualidad?
Música y política, folclore y revolución, sí, pero la leyenda de Juan Panadero, aquella que ha quedado inmortalizada en la zamba creada por sus amigos Manuel J. Castilla y Gustavo Cuchi Leguizamón, tiene que ver también, y mucho, con el pan amasado de su panadería.
Música y política, folclore y revolución, sí, pero la leyenda de Juan Panadero, aquella que ha quedado inmortalizada en la zamba creada por sus amigos Manuel J. Castilla y Gustavo Cuchi Leguizamón, tiene que ver también, y mucho, con el pan amasado de su panadería.
Leguizamón,
para explicar el origen de su composición, ha contado la siguiente
anécdota: «Manuel Castilla todas las mañanas le compraba el pan
calentito, pero una vez al Barbudo lo dejaron sin trabajo en el
diario El Intransigente y entonces no fue más. Pero al poco tiempo
Rierita comenzó a llevarle personalmente el pan de la mañana.
Manuel le dijo que no lo aceptaba porque no podía pagarlo y ¿sabe
qué le contestó Rierita? ´Antes, cuando usted podía, venía y
compraba el pan, pero ahora que no puede es mi obligación llevárselo
todos los días´. Mire qué filosofía».
No
fue Manuel J. Castilla el único beneficiario de la generosidad de
Juan Riera. Como se cuenta muy bien en la ya célebre zamba, la
puerta de la panadería siempre estuvo abierta tanto para los pobres
de la ciudad como para los que estaban de paso.
Vamos
a ver la interpretación de esta maravillosa zamba realizada en su
último viaje a Madrid, por un genial cantor, músico,
profesor de canto y que rebosa luz en cada canción que sale de su
boca, JUAN
JUNCALES,
que fue primera voz del grupo Los Huanca Hua y que ahora junto a su
hermano Martín Giunchetti y al Chino Martínez, llevan a los
escenarios el gran espectáculo folklórico, “Nostalgiosos”. Está acompañado por un guitarrista excepcional, Nacho de la Rosa.
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