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sábado, 17 de diciembre de 2016

245.- FACUNDO CABRAL - LOS EJES DE MI CARRETA

Decía Atahualpa Yupanqui que la poesía solo alcanza la verdad “cuando se vuelve anónima y parece escrita por cualquiera”. Él mismo fue un ejemplo, durante su vida fértil y azarosa, a la hora de explorar ese significado profundamente enraizado de la música popular: incluso entre quienes estén poco familiarizados con la canción latinoamericana parece imposible que no reconozcan melodías como las de la milonga "Los ejes de mi carreta", grabada en la memoria colectiva de varias generaciones a una y otra orilla del gran océano. 

Atahualpa Yupanqui o Romildo Risso, quizás no compusieron esta milonga con ninguna intención sobrescrita en su texto. Quizás. Pero la poesía suele adueñarse de todas las imágenes que salen a la luz en las letras, musicales o no, y la letra de esta canción tiene ese encanto de lo oculto, de algo que se percibe que se mueve dentro de la misma, como un misterio convertido en nostalgia por algo perdido, que es lo que se ve en esta añoranza del campesino que camina, con su carreta y sus recuerdos, por el trillo real por donde ahora anda solo sin otro acompañante que una gran carga de melancolía. 

"Porque no engraso los ejes 
me llaman abandonao. 
Si a mí me gusta que suenen 
¿pa' qué los quiero engrasaos?" 

Es el campesino, noble como la inmensa mayoría de los hombres que cultivan la tierra y crían animales para alimentar al mundo que no se lo agradece ni lo estimula, que camina y camina, con el recuerdo a cuestas de alguien a quien ha perdido, que sólo aleja un poco el ruido de esos ejes que no quiere engrasar, porque el silencio ya no es un compañero necesario en su diario quehacer. Y ahí radica su misterio: ¿a quién echa de menos ese campesino? 

"Es demasiado aburrido 
seguir y seguir la huella, 
andar y andar los caminos 
sin nadie que te entretenga." 

¿Quién es ese alguien? Pudiera ser un hijo que siempre acompañaba al campesino en su diario quehacer por el largo camino del trabajo con sudor, quizás de sol a sol, con el cual conversaba y entretenía su dura labor, cuando el cansancio golpeaba el deseo de seguir camino adelante, superado precisamente por ese hijo que continuaba a su lado y quizás animaba su cansancio, hasta terminar una nueva jornada, preámbulo de otra similar del día de mañana. 

"No necesito silencio, 
ya no tengo en quién pensar. 
tenía, pero hace tiempo. 
Ahora ya no tengo na." 

Pero también podría ser una esposa que se llevó la muerte así, con previo aviso, o quizás súbitamente, y el buen hombre, al caminar entristecido y solo, por esos caminos de tierra a veces tan áridos y secos, recuerda con cariño a ese ser querido que se ha ido para siempre, que él “tenía, pero hace tiempo” para pensar en ella, y ahora sólo tiene su recuerdo tan amargo como su triste vida que lo espera sin posibilidad de cambiar, y su reacción primaria es solamente dejar que los ejes acompañen su itinerario como una canción monótona que va con él sin dejarlo ni un solo minuto. 

"Los ejes de mi carreta 
nunca los voy a engrasar." 

 Aquí vemos LOS EJES DE MI CARRETA, obra universal interpretada por un cantautor también universal, FACUNDO CABRAL, que hace una exquisita poesía como introducción, dedicada a Don Ata.



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